Protagonistas!

Cap. 2-. Mis problemas

martes, 19 de abril de 2011

-Neily ya levántate –gritó mi madre desde abajo. Casi podía jurar que gritaba desde la cocina. Era de mañana así que estaría preparando el desayuno.
Me giré un poco aun con mis ojos cerrados y esperé que el rayo diera justo en mis ojos, pero no pasó absolutamente nada.
Abrí los ojos confundida y solo así supe que no estaba en los Ángeles.
-¡¡Neily!! –volvió a gritar desesperada mi madre.
Suspiré antes de que ella legara al cuarto y me quitara las cobijas.
-Ya voy –le dije mientras cubría con mis manos mis pies que se estaban helando gracias a que mi madre había quitado lo que los estaba manteniendo calientitos mis pies.
Todo era un día típico; En las mañanas desayunar temprano, mi papá leyendo las noticias, mi madre sirviendo el desayuno y yo sentada jugando con la bajilla de mi vaso de jugo de naranja.
-Ya se me hacia raro que no aparecieras en este periódico –comentó mi papá en un tono divertido. Lógico que no le hallaba el lado divertido.
Eso me hizo pensar en la vida que ahora me había tocado. De nuevo me llegó ese pregunta como todos los días “¿Por qué a mí?” es como si Dios tuviera rencor hacia a mí desquitándose con todo lo que tocaba a mi paso. Me reí por mi estúpida teoría.
Era difícil asimilar que nada había ocurrido en mi ausencia. En realidad no había pasado nada, hasta que llegué y me vieron le medios de comunicación con mi enorme barriga. Fui la atención de muchos de los medios y de muchos otros países. Ahora oficialmente no podía salir de las calles si no llevaba seguridad a mi lado, pues la gente llegaba a mí a insultarme o tomarse fotos conmigo o bien solo para entrevistarme.
“La chica que no deseaba tanta popularidad ahora la estaba teniendo” Se suponía que Bill me había dejado por la incomodidad que sentía yo por los medios? Y ahora todo salió peor de lo que había esperado. En ves de mejorarlo solo empeoró más las cosas.
-La mala suerte me persigue –alargué mi mano para dar un sorbo enorme a mi jugo soltando una risita haciendo continuación al comentario de mi papá.
-Quizá alguien te hizo brujería –dijo él sin dejar de leer el periódico.
-No lo dudo.
No dudaba que fuera Aliz la que hubiera hecho algo así, aunque le idea me pareciera de lo más estúpido. Pues ella no me habla desde que llegué aquí. Bill no quizo decirme exactamente porqué al principio, pero después solo dijo que él seguía enamorada de él y que mi regreso la alteró demasiado que optó por no hablarme.
Yo no tenía culpa en eso, incluso le rogué para poder hablar pero siempre me cerró las puertas así que decidí no rogarle más.
-Le dijiste a Bill ¿Verdad? –mi madre interrumpió mis pensamientos. Quise ignorarla pero supe a que se refería. -¿Se lo dijiste o quieres que se lo diga yo?
-No vas a prohibirme verlo –me quejé un tanto molesta. No sé cuantas veces habíamos discutido esto. – Es el padre de mi hija, lo que me pides es absurdo.
-Ese chico no te conviene y lo peor que puedes hacer es casarte con él. Ni siquiera lo tomes como una opción.
-Tú no vas a estar con él –hay no lo que no deseaba era discutir con ella sobre esto. Cada vez que hacía eso me daba un pequeño dolor en mi abdomen. –yo sabré hacer mi vida. Yo cometeré el error.
-Sé lo que es bueno para mi hija –me lanzó unos huevos a mi plato de mala gana acompañada de una mirada fría. Pero eso no me aterró.
-No discutan –mi papá como siempre era un poco más alivianado, pero nunca podía pedirse su ayuda cuando se trataba de momentos como estos en los que no hacía absolutamente nada. Solo miraba el periódico sin echar un ojo a nuestros rostros furiosos.
-Lo que estás haciendo es que me aleje de ti ¿Eso quieres?
Ella enmudeció y el dolor en mi abdomen se hizo presente aun más fuerte. Esto no estaba bien, me estaba haciendo daño así que opté por retirarme sin decir absolutamente nada.
Qué más podía esperar de mi familia, si todo lo que alguna vez creí de ser una familia unida ahora se estaba haciendo pedazos.
Cuando estaba molesta podía tener las fuerzas necesarias para tomar mis cosas y largarme de mi casa, pero luego pensaba en el pánico que después podría acudir a mí, cuando realmente se pasara el coraje. ¿Seguiría con las mismas fuerzas de seguir sin mi familia?
Hubo un tiempo en el que si estuve acostumbrada a vivir sin mis papas. Pero en ese tiempo estaba acompañada de mis chicos favoritos…Tokio Hotel. Si me iba ¿con quién me quedaría?
No dude más y hablé a Bill para que viniera por mí. No me importó si estaba cansado de las llamadas y de que me recogiera cada que había problemas. Pues siempre trataba de sonreír y decir “lo que tu digas” aunque sabía que en su conciencia todavía cargaba el haberme dejado. Aunque yo ya lo había perdonado.
No tardó en venir por mí y a mis padres tampoco les sorprendía el hecho de irme con el todo el día. Ellos…perdón…ella se lo buscó.
-¿Y ahora que sucedió? –Vaya, pensé luego de que sus labios acariciaran los míos. Eso me había sonado más que nada como una pregunta como cuando los niños pequeños pelean, lloran y luego van corriendo con la madre pidiendo a gritos que castiguen al otro y tu pregunta es ¿Y ahora que sucedió? Cuando tú sabes lo que realmente ocurrió.
-Problemas con mi madre –canté un poco cansada.
Bill suspiró. Entonces supe que esto ya lo estaba cansando.
-He estado pensando…-Oh, oh. Significa que lo que “piense” Bill probablemente se hará. Luchará hasta lograr lo que quiere así que me prepararé- deberíamos de vivir juntos tu y yo.
Me asusté y él enseguida lo notó.
-Neily esto tiene que acabar de una vez -¿Nuestra relación? Pensé enseguida- las peleas con tus papás no te dejan nada bueno y menos en tu estado.
-Ya no me ha dolido tanto –anuncié estúpidamente feliz. Respuesta incorrecta.
-A eso me refiero –subió el tono de su voz y su rostro ya parecía molesto- no quiero que pierdas a mi hija por tus problemas.
-¡Disculpa! –puse los ojos en blanco mientras me cruzaba de brazos. ¿Por culpa de MIS problemas?- Ósea que si pierdo a mi hija será por mi culpa…
-No quise decir eso –se retractó- lo que quise decir es que….
-Olvídalo –interrumpí molesta. Lo que menos deseaba era otra pelea con quien pensaba que habría paz.
-Solo es lo que pienso. Quiero ayudarte en las noches, quiero estar contigo, dormir contigo.
“Casémonos” pensé mientras mis ojitos se me iluminaban y mi garganta se cerraba fuertemente al imaginarme junto a él. Sentía las ganas de llorar.
-Quiero estar con mi hija y más que nada contigo.
-Yo también…
Mis palabras quedaron al borde de un desgarramiento. Mi voz se quebró por completo y las lágrimas se desbordaron lentamente hasta mi mejilla. Odiaba llorar, pero tenía tanta tristeza que no podía aguantar.
-Solo lo haré si tu quieres.
Lo miré desorbitada mientras esperaba algo de él, lo que sea y fue entonces cuando me miró con aquellos ojos tan penetrantes y con una sonrisa que me conquistó y pudo llegar hasta mi corazón. Fue una chispa que me provocó un mareo interminable y unas ganas de besarlo y así lo hice. “Si quiero” le susurré al oído mientras lo abrazaba fuertemente….

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