Protagonistas!

Capitulo 1-. Un nuevo comienzo

martes, 12 de abril de 2011

Las pequeñas noticias que llegaban a mí abundantemente hacían sentirme de la manera más horrible que alguna vez pude creer. Las noticias llegaban con rapidez y con un fuerte escalofrío. Nunca pensé que viajar por unos meses, el mundo cambiara solo un poco.
Intenté mantener con calma las noticias que me llegaban poco a poco. Pero el simple hecho de pensar en resistir a las próximas noticias era aun más aterrador. Porqué ya estábamos hablando de algo seguro, de algo como “recibirás noticias malas”
-Prepárate –me susurraba Bill tomándome de la mano fuertemente antes de poder escuchar las palabras de mi madre el día que llegué justo a Oberhausen.
Lo primero que hice al llegar a casa fue gritar “Hogar dulce hogar” con un gesto que casi podía jurar que contagiaría a los demás. Pero por alguna razón parecía como si me estuviera perdiendo de algo. Como algo que no supiera. ¿Qué ocurrió en mi ausencia?
Luché fuerte contra vientos y mareas al escuchar la sorpresa de mis padres. No era algo que podía tomarlo como severo o malo. Pero era algo que no podía tomarme a la ligera sabiendo que algo así no sucede todos los días.
-Estás castigada –recuerdo que me gritó furiosa mi madre sin dejar de caminar de un lado a otro.
Solo miraba sorprendida mi abdomen que era lo único que podía hacer más creíble mi versión.
A comparación de mi padre, él no se molestó en decir nada. Solo hacía gestos un poco extraños y algunas veces lo atrapaba con la mirada perdida. Pensaba en algo pero durante el momento en que mi madre se molestaba en decirme lo que estaba bien y lo que estaba mal, yo simplemente miraba a mi padre.
-¡Harold dile algo a tu hija!
-Qué quieres que le diga mujer. Tú hija ya no es una niña.
-¿Entonces estás de su parte? –preguntó mi madre casi obligándolo a que se retractara. Al juzgar por el rostro y la actitud que tenía mi madre yo también me hubiera puesto de su parte. Solté una carcajada por pensar en aquello.
Sentí un apretón de mano. Supuse que Bill si lo había notado.
No me pareció extraño que Bill la pasara todo el tiempo guardando silencio. Solo observando con nuestras manos entrelazadas.
-Quizás comenzaron mal pero pienso que ya tienen la suficiente edad para hacerse responsables de sus actos.
La bomba explotó enseguida. Ahora más que nunca mi madre se sintió sola y comenzó a dar más charlas de todo tipo. No entendía su razón exactamente.
Yo simplemente trataba de limitarme con una sonrisa sin dejar de sentir el tacto tibio de la mano de Bill.
Suspiré lentamente.
-¡Es que simplemente no puedo creerlo! –Soltó mi madre estupefacta- en unos meses será nuestra boda.
Lo había olvidado. Eso fue lo primero que me habían dicho mis padres al verme llegar. Estaban juntos de nuevo y ahora se casarían. Yo grité y lloré junto con mi madre sin poder creer la hermosa noticia. Pero todo eso se arruinó cuando al momento en que quise abrazar a mi madre, está se percato de un bulto sobre mi vientre. Y ahí fue donde todo comenzó todo.
Todos esos pensamientos y recuerdos llegaron a mi mente al despertar en la mañana. Habían pasado tres meses desde que había llegado de nuevo a Alemania. Y aun estando estos meses en mi hogar todavía pienso que me encuentro en Los Ángeles. Todo el tiempo pensaba en mi amiga Lydia que también pude recordar nuestros últimos momentos, juntas.

“-Te extrañaré –le lloré al ir al departamento sin dejar de soltar la mano de Bill.
Íbamos entrelazados saliendo de la oficina con mi sonrisita del año. Aun no podía creer que él estuviera aquí y temía volverlo a perder así que solo lo tomaba fuertemente de mi mano.
A veces lo atrapaba cuando su mirada se encontraba perdida y que si rostro no lucia tan feliz como el mío y fue entonces cuando me pregunté cual sería su razón. ¿Por qué no podía contagiarlo de mi misma felicidad? Suspiré al intentar pasar aquel momento. Lo que más me hacia feliz en ese momento era que regresaría de nuevo a mi hogar y que vería a todos de nuevo…a Lizzi, Tom, Georg, Gustav, Fanny y sobre todo a mis padres.
Nos dirigíamos juntos a mi departamento donde podría tomar mis cosas aunque Bill insistiera tanto en dejarlas ahí, que me prometería comprar todo lo necesario pero lo importante no eran mis cosas sino despedirme de mi amiga. Un único momento por agradecerle todo lo que hizo por mí.
-No tardes –me susurró Bill al oído. Pero sabía perfectamente que no podía prometerle eso.
El carro donde viajábamos los cuatro…digo el cuatro porque David se encontraba afuera esperando a Bill con el carro. Así que viajábamos a mi departamento con un silencio que me parecía demasiado incomodo. Nadie comentaba nada al respecto y cuando intenté mirar sus rostros era como si se hubieran puesto de acuerdo para pensar.
Pensé en cualquier estupidez pero simplemente no se me ocurría nada. ¡Quizás mi embarazo funcione!
-Tengo cuatro meses y medio –comenté alegremente sobándome mi abdomen de una forma graciosa.
Al principio me miraron los tres como si estuviesen confundidos y luego de eso Lydia y David pudieron dedicarme una sonrisa demasiado débil. Pero Bill solo apretó los dientes con fuerza. Al parecer había empeorado todo.
-Bill me ha dicho que es una niña –le siguió David sabiendo exactamente que es lo que quería lograr-.
-¡Si! –Contesté alegremente- de no haber sido por Lydia no sabría bien que hubiera sido. Un doctor me corrió por no haberme decidido por saber el sexo del bebe.
Solo unas leves risitas se escucharon. Pero Bill simplemente trataba de evadirme y pude sentir como su mano apretaba con fuerza la mía.
-Me duele –me quejé con una sonrisa en mi rostro.
Bill me miró asustado y luego la soltó enseguida. Pero no tardé mucho en volver a tener su mano.
¡Qué alivio! Ya habíamos llegado.
-David y yo daremos un paseo, tenemos que hacer algunas cosas antes de irnos.
Bill me guiñó un ojo y solo así supe que me estaba dando privacidad con mi amiga. Yo solo le agradecí infinitamente dedicándole otra de mis grandes sonrisas.
Al momento en el que el carro partió, no tardamos en carcajearnos. Corrimos rápidamente hasta llegar al departamento que se encontraba hasta arriba. Era típico hacerlo después de llegar del trabajo. Eso lo extrañaría demasiado.
Al entrar pude mirar desde una perspectiva a la que nunca había visto mi departamento. Era grande y hermoso.
-Neily por Dios no puedo creer lo que Bill hizo por ti –dijo Lydia mientras se balanceaba de un lado a otro. Eso me pareció gracioso.
-Lo sé –admití con una risita mientras me revolcaba en uno de los sillones sin poder quitar mi enorme sonrisa. –Estoy tan feliz.
-Algo que no entiendo es ¿cómo se enteró?
-Solo pudo decirme que leyó el correo por error –fui bajando la voz tímidamente- supongo que todo te lo debo a ti.
-No te costaba trabajo haberle dicho todo desde un principio –dijo irónica sentándose junto a mí –de todas formas se iba a enterar de algún modo.
-Si lo sé –de algún modo sentí que eché tanto tiempo a perder todo por mi estúpido orgullo y por mi cobardía. Aun así esos eran puntos débiles que no podía evitar. – Aunque no te voy a mentir, tengo miedo.
El miedo que ahora abundaba en todo mi ser se hacía presente cada vez en mis pensamientos. Tenía miedo al futuro, a lo que pudiera ocurrirme. Todo esto era nuevo para mí y con la ayuda de ella pude afrontar cosas a las que no podría hacerlos yo misma. Sin ella podía sentir como mi mundo podía acabarse en cuestión de segundos. Ella era un ángel para mí y no tenerla cerca de ahora en adelante me hacía sentir indefensa ante el mundo.
-No debes tener miedo –me sonrió- eres una chica fuerte y sé que podrás afrontar la vida a tú manera y sé que sobrevivirás a cualquier problema que tengas.
-Todo esto te lo debo solo a ti –me sinceré antes de que el nudo en la garganta prohibiera el paso a mi voz. Era difícil, no podía negarlo. Mi ángel se estaba despidiendo de mí y yo de ella.
El silenció hizo de las suyas cuando no tuve más que decir. Esto era todo, una despedida en la cual no sabía si la volvería a ver. Era doloroso y no pude evitar sentirme triste. Una lagrima se resbaló de mi mejilla. Quise esconderme para no mostrar debilidad pero ella lo supo enseguida.
-No llores –su mano me tomó por mi rostro girando hacia el de ella para que pudiera verme y me dedicó de nuevo una débil sonrisa- sabes que ahí estaré siempre. Basta con una llamada.
-Te extrañaré muchísimo –me lancé sobre ella dándole un abrazo que me quito el aliento. Fue demasiado horrible haberme despedido de una de mis grandes amigas. No quería hacerlo pero algo más grande me esperaba de nuevo en mi hogar.
Perdí la cuenta de cuantas veces le había rogado para que se viniera conmigo, pero lo único que decía a su favor era “mi trabajo aquí ha terminado” y con una sonrisa se fue lentamente desapareciendo de mi vista. Ya no supe más de ella desde entonces.
Solo una vez encontré en mi correo una frase que se me grabó desde entonces.

“No te dejes vencer por nadie ni nada, eres más fuerte de lo que crees. Lucha por lo que amas. Pues lo que apenas estás viviendo es solo un nuevo comienzo”

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