Cap. 3-. ¿Y donde están las vacas?

La idea de mudarme junto con Bill me daba un poco de miedo. Tenía que hacerme la idea de que ya no estaría más junto con ellos, de que seriamos por fin una pareja Bill y yo criando a nuestra propia hija. Ya no tendría que depender de mis padres y conociendo a Bill, la idea de mudarnos sería en cuestión de días. Y en cuestión de días iba hacer la boda de mis padres.
No sabía en qué punto exacto era un momento para decírselos.
“Me mudaré” practiqué en mi mente mientras examinaba dentro de mi imaginación las reacciones que pudieran hacer. Pero eso aun estaba lleno de dudas. Pues no sabía exactamente la reacción de mi madre…tal vez enojada, triste, asustada o feliz? Quizás. Pero por parte de mi padre me parecía una opción fácil de descartar. –Un problema menos- pensaba yo mientras miraba a mi padre feliz por la elección que había tomado.
Luego de navegar un poco en mi imaginación me encontré con algo mucho peor. Conmigo misma. ¿Cómo actuaria yo cuando se los dijera? ¿Estaría contenta, feliz, triste o asustada? La última elección podría adecuarse muy bien a lo que sentía en estos momentos.
-Estás muy callada –comentó Bill mientras me apretaba la mano. Yo hice lo mismo.
Es cierto, no había hablado desde aquel abrazo que le di con tanta fuerza mientras le susurraba divertida “si quiero” si quería mudarme con él y después de un lapso minuto nadie comentó nada al respecto. Debo admitir que agradecí muchísimo el silenció incomodo que albergó en esos instantes, pues eso me hizo pensar en las consecuencias que mi decisión habría concebido.
-Solo pienso –admití con mi mirada perdida. Aun me costaba trabajo no pensar en ello-.
-Todo saldrá bien –me tranquilizó con su dulce voz y eso me tranquilizó.
-Lo sé –lo tomé de la mano sin dejar de mirarlo con mi sonrisita traviesa.
Luego de mirarme de la misma manera, sabía exactamente lo que haría después. Ya me la sabía de memoria. Primero me devolvía la sonrisa, luego apretaba fuertemente mi mano para soltarme y tocar suavemente mi vientre. Lo acariciaba cuidadosamente como si temiera lastimarla e increíblemente sentía un movimiento brusco dentro de mí.
-¡Se movió! –exclamó Bill sorprendido-.
Solté una carcajada. Pero no por el hecho del movimiento de mi bebe sino por los pasos que hacía antes de tocar mi vientre.
Llegamos, llegamos a mi segundo hogar. El estudio donde los chicos estaban componiendo nuevas canciones y donde eso significaba que en unos meses más ellos tendrían que viajar a Los Ángeles para grabar su próximo disco.
Eso me hizo recordar el pacto que hicimos Bill y yo sobre el viaje a los Ángeles. Él no viajaría hasta después del nacimiento de mi pequeña bebe, lo cual era tiempo suficiente para que los chicos comenzaran a componer sus canciones y hospedarse en el estudio como cuando yo los volví a ver hace más de un año.
-Hasta que te dejas ver –exclamó Tom al verme cruzar por la puerta- no más que las vacas tienen que entrar por atrás.
¿Vacas? Olvidaba lo gorda que esto me hacía sentir. Por más que medio mundo me dijera lo delgada que estaba, cada vez que me miraba frente a un espejo miraba a una vaca enorme. Mi vientre no me ayudaba mucho y eso hacía sentirme la chica más gorda del mundo.
Solté en llanto.
-Por qué no cierras el puto hocico –refunfuñó Bill ayudándome a pasar por la puerta sosteniéndome de una mano.
-Vamos Neily solo bromeaba
-Lo sé –le chillé- pero es verdad.
-Claro que no, simplemente estás……..rellenita.
Lloré más. Pude escuchar carcajadas desde el otro lado de la cocina.
-Cállate –lo obligó Bill con una mirada amenazadora. Tom lo hizo.
-¡Neily! –Exclamó Georg con una sonrisa que iluminó mi rostro.- Ya sabes que no falta el payaso en la familia.
Me abrazó fuertemente que casi sentí venir el bebe.
-Neily solo bromeaba –me abrazó Tom mientras acariciaba mi vientre-.
-Yo lo sé –le sonreí- solo que a veces no me entiendo y me dan ganas de llorar. Pero si no estuviera en estas condiciones ten por segura de que te hubiera dado un golpe en la cabeza.
-Y yo también –convino Bill mientras caminaba lentamente hacia la sala.
Yo solo me senté en una de las primeras sillas donde me acompañaron Georg y Tom. Ambos ojos miraban atentos a mi enorme barriga aunque sabía que no lo hacían con mala intención.
Una llamada por parte de Tom quebró sus miradas haciéndolo reaccionar. Tom fue el primero en apartarse rápidamente de la mesa para dirigirse hacia otra parte.
-¿Dónde estás? –pude escuchar con mucho esfuerzo como Tom le preguntaba a la otra persona del otro lado de la línea.
Supe enseguida que se trataba de ella. La nueva novia de Tom, quien lo había cambiado constantemente. Incluso habíamos discutido él y yo porque creí conocerlo perfectamente. Estaba enojada porque sabía que le mentía. ¿Cómo podía renunciar al sexo?
-¡No has tenido relaciones con ella! –me sorprendí cuando me enteré hace algunos meses, días después de que había llegado a Alemania.
Y solo ahí supe que Tom no podía dejar de hacer eso.
Pero lo comprobé cuando mi prima Fanny me lo dijo
-Hace mucho tiempo que perdí contacto con él –me lo dijo irónica, sin ninguna preocupación. Y dudo mucho que me hable después de lo sucedido.
A veces ella solía ser una persona que le gustaba alcanzar objetivos que mucha gente podía ver imposible. A ella le encantaba que la pusieran a prueba.
-Aun no puedo hacerme la idea de que Tom tiene novia –refunfuñe mientras me cruzaba de brazos.
-Todos –concluyó Georg con una sonrisa- ha cambiado un poco pero a veces sigue siendo el mismo idiota.
Solté una carcajada.
-Neily –me habló Georg muy nervioso y podía notar cómo le costaba trabajo hablar- ¿Has sabido algo de Chelsey?
-No –negué con mi cabeza- ella solo contacta conmigo y a veces te juro que no sé como lo hace.
- La extraño –admitió un poco avergonzado.
-Yo también, pero ya verás que en algún momento vendrá. Además estoy segura de que vendrá a la boda de mis padres.
-¡De veras! –por fin algo que lo pudo reanimar.
-Si –y entonces lo dude. ¿Qué tal si ella no venía? Ahora me sentía comprometida a traerla. Y si le decía “creo” estaba segura de que su sonrisa se borraría.
Pero mi salvación llegó cuando Tom se sentó muy sonriente.
-Hoy luces hermosísima –me elogió Tom con una enorme sonrisa. Pude ver al Bill que yo amaba y Tom logró que me sonrojara.
-Que quieres –le dije antes de poder burlarse de mí. Ya lo conocía.
-Quiero que conozcas a Alex…
¡¡¡¡Qué!!!! ¿Conocerla? Nooo, aun no me encontraba lista para saludar a la única chica culpable por mandar a mi mejor amiga a Italia, aunque sabía a ciencia cierta que no era tanto su culpa, pero ella puso algo de su parte.
-No –negué rápidamente.
-¿Cuántas veces te he rogado para que la conozcas? Ya he perdido la cuenta.
-No me importa, no quiero conocerla.
-No dejes que lo celos te arruinen.
Eso me calló por completo dejándome con las palabras en el aire. Las que estaban a punto de salir, pero esos “supuestamente” celos me dejó muda.
-Que dices –me animó Tom alzando ambas cejas logrando sacar una sonrisa de mi rostro. ¡Demonios!- ella tiene muchas ganas de conocerte.
-Pues será en otra ocasión.
-Pues ella viene en camino….
Perfecto, me largo. Así o más fácil me estaban corriendo. Me levanté de mi silla con una mirada fría y con mis gestos molestos típicos que hacía cada vez que me iba.
-Es broma –carcajeó Tom sin dejar de reír. Casi podía jurar que se tiraría de la silla.
-¡Estúpido! –le grité mientras le daba un golpe en la cabeza. Aun así no se calló.
-¿Qué sucede? –llegó Bill enojado mientras miraba la escena tan extraña que se había formado en la cocina. Tom riendo golpeando sus manos sobre la mesa y yo parada con mi cara enojada.
-Es una broma –volvió a carcajearse Tom.
Bill le dio un golpe en la cabeza.
-Vámonos –me pidió Bill mientras me jalaba del brazo.
Solo pude ver cómo me retiraba con rapidez hacia la puerta. Ambos rostros miraban atónitos mientras Tom le rogaba a su hermano “era una simple broma”
-No es para tanto –le rogué con la única intención de ir un poco más despacio y menos brusco.
-No se trata de eso…
-Entonces –lo interrumpí aun molesta por la reacción de Bill.
-Cambio de planes.