Protagonistas!

Cap. 5.- Agua y Aceite

miércoles, 25 de mayo de 2011

-No puedes estar hablando en serio –llegó furiosa a mi lado junto con una bolsas de mandado. Las dejó caer con brusquedad y comenzó a dar vueltas de un lado a otro.
Era sin duda algo que en realidad nunca esperaba. ¿Qué podía hacer? Solo podía quedarme congelada junto con mi padre mientras esperaba el largo sermón de mi madre.
“Dile algo a tu hija Harold” escuchaba eso en mi mente. Podía apostar mi vida a que eso lo diría.
-Esto es el colmo, no podrás tu sola –refunfuñó mientras se aferraba fuertemente al fregadero.
-Tu hija ya está muy grande –intervino mi padre un poco atemorizado- déjala.
-No –negó pegando un fuerte grito- no sabes en lo que te estás metiendo. Vivir junto con una persona y más siendo tan famosa te hará la vida imposible.
-Lo amo –me defendí mientras una lagrima se deslizaba por mi mejilla.
Ella no podía entender mi situación y lo peor de todo es que no me comprendía.
-No. No dejaré que cometas una estupidez.
-Tú comenzaste con esto. Tú y tus problemas hacia con Bill y conmigo.
-Él no es un buen esposo para ti. ¿Por qué no entiendes esa parte?
¿Qué parte tenía que entender? Yo amaba a Bill y eso era suficiente para irme con él. Tendríamos una hija en el cual lo único mejor para los tres era estar juntos siempre. Ella era la que no podía entenderme.
Sin desearlo mi cuerpo se encogió y mis manos se hicieron puños.
Ya estaba hecho un desastre, podía sentir miles de lágrimas pasar una y otra vez por mi mejilla y esto no paraba.
-Lo lamento…pero ya no puedes hacer nada al respecto –tragué saliva poniéndome de pie- mi decisión ya está tomada.
Antes de poder irme del lugar, mi madre me miró llena de sufrimiento llorando sin dejar de mirarme.
-No quiero que sufras….
Su voz se quebró totalmente y corrió a dar en los brazos de mi padre. Yo también hubiera deseado que Bill estuviera conmigo, pero no estaba. Por esa misma razón debíamos de estar juntos.

*****

Toda la tarde la había pasado encerrada en mi habitación. Ninguno de los dos se atrevía ni siquiera a tocar. Ya no sentían la necesidad de llegar a castigarme o incluso a no dejarme salir. Incluso yo misma sentía que no tenía la necesidad de cumplir las normas. Todo eso se perdió instantáneamente.
No me sorprendió que Bill marcara mi celular para saber cómo estaba. Aunque el desconociera lo sucedido de hoy.
-Hola –me saludó.
Por el simple hecho de escuchar su voz hizo que se me viniera todo aquello en la mente. La pelea de mis padres. Por lo que deseé estar solo con él y más en estos momentos en los que más sola en esto. Sin duda el mudarme con él cada vez me estaba gustando.
-Hola –le saludé mientras la garganta se me desgarraba poco a poco. Intenté fingir que estaba bien pero él pudo notarlo enseguida.
-¿Qué sucedió, de nuevo has peleado con ellos verdad?
-Ya se los dije….
-¿Y como reaccionaron?
Volteé a mil lados con tal de olvidar la desgarradora escena. Aquello me provocaba un sentimiento y quería llorar con todas mis fuerzas, pero me contuve.
-Ya te imaginaras –dije cortante. No me era fácil explicárselo, pues saldría llorando.
-Quiero compensarte todo –dijo- mañana te llevaré a comprarte ropa y todo lo que te haga falta. Mañana mandaré por tus cosas para que las traigan al estudio.
¡Qué fácil! Pensé mientras planeaba mi día para mañana.
-No te esfuerces tanto –bufé- podría hacerte daño- puse mis ojos en blanco.
-Es lo mejor –respondió seco- te veo mañana.
El coraje volvió a correr por mis venas haciendo lanzar el celular con mucha fuerza hacia la pared.
No sentí su apoyo, no sentí su propósito, no sentí nada. ¿Qué caso tenía llamar? Si de todos modos yo iba hacer el trabajo sucio. Era fácil mandar a los demás, pero si él lo puede hacer porque no hacerlo juntos. Cuanto hubiera deseado decirles que me mudaría acompañado de él. Que fuera Bill quien les diera la noticia. Pero no, cobardemente se escondía.
Nunca en mi vida había llorado como en tal momento. Fue una noche terrible y llena de pesar. No podía hablar con nadie porque sentía que todas las puertas estaban cerradas para mí. Ni siquiera una amiga.
Me volví a hundir en mis propios pensamientos hasta llegar en la mañana siguiente. Nada mejor que salir de compras para olvidar los problemas.
Mis ojos se abrieron rápidamente mientras mi mente trabajaba rápidamente para recordar todos mis problemas. Está mañana no me sentía normal. Las maletas que empaqué anoche justo después de colgar con mi pequeña y corta plática con Bill me dieron más ganas de mudarme. Aun estaba ropa sobre una silla que se colocaba justo en frente de mi cama. Ahí descansaba mucho más ropa de la que pude haber imaginado y es que el cansancio fue un punto débil y no me ayudaba mucho el que mis ojos estuvieron secos de tanto llorar.
Los tomé con cuidado y lo coloqué suavemente hasta la maleta pequeña. Aproveché para yo misma colocarme una ropa. Que importaba si me veía bien, si de todos modos mi barriga estorbaba un poco.
-¡Neily! –gritaron desde abajo. Esa voz era de mi padre.- te buscan en la puerta.
Que raro. Pensé en ese momento. Bill no me ha pitado con su clac son ni mucho menos hacerme una llamada perdida. También jamás se animaba a tocar por la puerta por los problemas que tenia con mis padres.
Bajé rápidamente para entender cómo era posible todo esto.
-¿Tom? –mi pregunta floreció rápidamente por toda la casa. Fue entonces cuando mis padres supieron que en verdad no me lo esperaba.
-Así es nena –me guiñó el ojo y se acercó hacia a mí.
Me tomo del brazo aprovechando que mi mente aun no terminaba de procesar aquello. ¿Qué hacía Tom aquí?
-Espera –le pedí después de que había logrado sacarme de mi casa- ¿Qué haces aquí? Se suponía que Bill vendría.
-Losé -chasqueó con la lengua lo cual me hizo enfurecerme. Otra vez Bill lo hizo de nuevo- Bill está bastante ocupado y me hizo venir por ti para hacer las compras.
-No –pegué un fuerte grito. No le impedí a mi furia que me esparciera hasta sentir la necesidad de dejar a Bill. ¿Porqué me hacia esto?
-Vamos –me rogó- nos divertiremos mucho.
-No sabes nada así que mejor cierra la boca.
-De acuerdo –sus manos se levantaron como quien se rinde ante la policía. –es mi hermano gemelo ¿Por qué habría de saberlo? –me envió una indirecta que casi le daba un buen golpe. –pero no te rogaré. Te dejaré que pases una linda tarde con tu familia.
¡Maldición! Tom sabía exactamente que hoy más que nada no deseaba estar con ellos. No me quedaba remedio, tenía que ir con él a la fuerza.
-Está bien –gruñí y me volví hacia mi casa para tomar celular y llaves. Solo eché un vistazo a las maletas que estaban colocadas sobre mi cama.
-Te divertirás –me prometió una vez que abrochaba mi cinturón de seguridad- será como una de esas tardes que ríes y compras.
Pude ver por el retrovisor como dos personas con gafas oscuras y gordos nos seguían detrás de nosotros. Venían en un auto negro de un modelo muy genial.
-No te preocupes –se apresuró a decir Tom al no ver que les quitaba la mirada de encima- vienen con nosotros. David ya nos ha puesto un castigo por cada vez que no llevemos a alguien con nosotros.
-Yo llevaba a Bill –bromee seria sin esperar ninguna carcajada de ambos. Lo miré seriamente.
-Creo que sabes a lo que me refiero –se aguantó la risa y luego de eso tragó saliva.- No te he contado la mejor parte del día.
-¿Cuál? –fingí no estar interesada.
Jamás en toda mi vida había visto a Tom de esa manera. Su risa nerviosa me hizo perder los estribos, tanto que no sabía si estaba bien haberme ido de la casa.
-¿Qué ocurre? –insistí un poco nerviosa.
-Primero que nada –se detuvo precipitadamente para tomar aire- déjame explicarte.
Eso ya no me sonaba nada bien. Supe que me enfadaría.
-¡Tom!
-Bill apenas me avisó está mañana y yo ya tenía un compromiso.
-¿Por qué no me lo dijiste antes? Me lo hubieras dicho antes de salir de casa.
-No –negó rápidamente aunque muy nervioso- no quise crearle más problemas a ustedes.
-¿Desde cuándo piensas así? Es raro que le hagas favores y que te preocupes por los problemas de Bill.
Casi soltaba una carcajada pero me aguanté.
-Quise ayudarlo –respiró profundo- así que decidí llevarme a ambas.
-¿Ambas?.....te refieres a….
¡¡¡¡Su novia!! Estoy segura que se trataba de ella. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Ahora?
-Se trata de ella verdad –le grité dejando muy abajo el sonido de la radio.
No pude hablar más, puesto que justo en ese momento el auto de Tom se detuvo. Ahí una chica nos esperaba. Aquella chica era delgada de tés blanca, cabello castaño y ondulado. Muy buen cuerpo y un poco alta.
Tom le hizo una seña que yo apenas pude mirar, pues me quedé un poco impresionada al saber que ella era la tal “Alex”
Se subió a la parte de atrás saludando amigablemente algo que yo no hice.
-Tú debes ser la famosa “Neily” –saludó aquella chica intentando ser amigable con una sonrisa de oreja a oreja.
Así es……famosa, pensé en mis adentros.
-Y tu eres la tal “Alex” –mi actitud no fue la misma y al juzgar por su rostro creo que no le pareció.
Vaya que sí era una diferencia muy grande si comparábamos dos palabras como “famosa y tal” sin duda sonaba mejor “famosa”
Alex se quedó sin palabras seguramente porque pensó lo mismo que yo.
-Perdón –se disculpó Tom de una manera torpe- no las presenté; Alex ella es Neily.
-¡Mucho gusto! –se arrimó para extenderme su mano pero incluso fingí que no la miraba.
-Intento ser amable…de veras –le susurró a Tom pero pude escucharlo muy claramente.
El silencio hizo de las suyas haciendo pasar un momento incomodo para los tres aunque a mí no me importaba mucho.
-Alex espero que no te importe que vayamos a comprar ropa para Neily.
-No me molesta en lo absoluto.
Yo estaba más que indignada al no poderle reclamar en frente de ella todo lo que Tom se merecía en ese momento. Mi plan hoy más que nada era intentar no verla ni siquiera de vista. Fingir que ella no estuviera con nosotros.
-¡Llegamos! –anunció Tom muy contento al no tener que lidiar el momento incomodo durante todo el largo camino.
Le ayudó a bajarse de la camioneta y yo no me bajé hasta que él hiciera lo mismo.
Lo había logrado, fingí que ella no estaba aquí.
Me reí un poco al ver como la dejaba solo para ayudarme más a mí.
Comenzamos las compras y verlos tomados de la mano me daba un poco de coraje.
-Tom, necesito que me ayudes con algunas bolsas –le pedí humildemente.
Tom no lo negó y me ayudó con las bolsas cargadas de ropa que ya había comprado.
-Lo lamento –llegué hacia ella. Aunque no me importara mucho sí sabía a lo que me refería.
-Quieren algo de tomar –se ofreció Tom al ver una cafetería en la enorme plaza que nos rodeaba en ese momento.
-¿Por qué no? –afirmé sonriendo de oreja a oreja.
Fui la primera en llegar a la cafetería y me sorprendió un poco al ver que ellos no llegaban. Me voltee rápidamente solo para darme cuenta que ella venía susurrándole al oído. “De seguro estaría hablando mal de mí”
-Neily por que no vas pidiendo en lo que llevamos estás cosas –sus manos se alzaron hasta la altura de mi rostro mostrando las bolsas de ropa-.
La palabra “llevamos” me sonó a manada. Aquel se iba a ir con la tipa. Una buena excusa para zafarme de mí. No se lo permitiría.
-¿Me dejarás sola? –chillé.
-No nos tardaremos –me tranquilizó- está aquí el estacionamiento.
-Me dejarás sola –le chillé más fuerte- ¿Qué no puede hacerlo ella sola?
Me mordí la lengua al quererme reír por la reacción de Alex. Sus ojos se abrieron de par en par mientras esperaba que sus labios profirieran alguna obscenidad por lo que decía yo.
-Que te pasa, son tus cosas –respondió ella un poco enojada. Cada vez subía el tono de su voz- debería agradecernos por todo el favor que te estamos haciendo….
-Alex –la calló Tom y le hizo una mirada suplicando- ¿Por favor?
No sé cómo pero lo había logrado. Miró a Tom y tuvo compasión arrebatándole las bolsas con furia y se encamino rápidamente al estacionamiento.
-Neily no seas tan egoísta con ella –me suplicó Tom- ella también está haciendo todo lo posible. Es de carácter fuerte y tú tampoco tienes el carácter paciente. No me gustaría saber cómo terminarán las cosas si las dos hacen las paces.
-No te prometo nada Tom.
No tardó mucho tiempo para saber que la tendría a esa justo al lado de mí.
Su café frio le llegó muy rápido en lo que estaba tomando asiento. Se acercó la silla, quien le quedaba muy retirada. Al momento de acercarse su silla chocó contra la mesa haciendo su café se tirara justo encima de mí.
-Lo siento –se levantó inmediatamente.- No fue mi intención.
Eso no ayudó en lo absoluto. Esperaba que Tom la regañara pero solo pude ver como sus manos cubrían todo su rostro.
Yo me levanté de la silla enfurecida ignorando las miles de miradas hacia a mí. Cuando la miré a ella solo podía ver como una risita se le escapaba.
-La guerra comienza ahora –le susurré a ella para que Tom no escuchara. Aunque después me pareciera estúpido porqué de todos modos ella lo sabría.
-Creí que la guerra había comenzado.
Me reí un poco al no saber con quién se metía ella. Nuestro juego comenzó.



Llegué al baño corriendo para cambiarme y estrenar una de las ropas que me había comprado. Algo se me ocurriría para mi venganza.
-Quiero una nieve –le insistí a Tom- se me ha antojado.
Tom me lo concedió mientras que la mirada de Alex no me perdía de vista.
*La nieve terminó estando en el trasero de Alex al querer sentarse.
*Un chicle terminó pegándose en mi cabello sin entender cómo.
*La ropa de Alex desapareció instantáneamente al querer probarse ropa.
*Un mechón de mi cabello fue cortado por accidente.
*Alex quedó empapada de los pies a la cabeza al caer espantosamente a una fuente mientras que yo solo terminé enlodada gracias a que un niño me hizo el favor de aventarme bolas de eso. Aunque supe que Alex le había pagado a ese niño.
Cuando entramos a la camioneta, mojadas y enlodadas no pudimos evitar pelearnos y discutir hasta revolcarnos en los sillones de Tom. Terminamos enlodadas y empapadas. Jaloneábamos el cabello porqué no podía golpearla, ni ella a mí a causa de mi barriga.
-Estúpida –me gritaba Alex jalándome el cabello.
-No, tu eres la estúpida –le respondía de la misma forma tomándola por la cabeza hasta estamparla contra los sillones.
No me sorprendió que en nuestra pelea Tom no dijera absolutamente nada. Solo recuerdo que dijo “Mis sillones” y después de eso quedaron totalmente sucios.
Pero no hizo nada por detenernos. Lo único que hizo fue encender la camioneta y manejar de la peor manera.En los afrenones caíamos pero solo para respirar y continuar con nuestra pelea. Casi podía describir la escena como Agua y Aceite. Algunas veces me daba risa por lo que estábamos haciendo pues no sentía algún morete. Solo sentía mi cuerpo sucio y pegajoso.
-Llegamos –gritó Tom furioso- Alex bájate del auto.
De algún modo me detuve y me alejé de ella.
No pude soltar una carcajada al verla toda desgreñada con lodo en todo su cuerpo y las bolas de nieve pegado en su trasero. Ella tampoco pudo evitar soltar una carcajada.
Al mirarnos al espejo ambas soltamos una carcajada que abundó por toda la camioneta.
¿Qué era esto? Me pregunté al ver que no era tan mala como esperaba. Las dos actuamos de la misma manera y no nos importó. Acaso tendría razón Bill en parecernos física e interiormente. No lo sé pero supe enseguida que me había divertido muchísimo.
-Lo siento –ambas hablamos al mismo tiempo-.
Nos miramos fijamente soltando de nuevo más carcajadas hasta llegar a abrazarnos.
-Espero volver a vernos –se despidió con la mano sin abandonar la enorme sonrisa de su rostro. Yo tampoco podía borrarla a pesar de que ella ya se había ido y que yo ya me encontrara en mi hogar.
Tom me abrió la puerta que no pude describir a ciencia cierta lo que sentía en ese momento. Todo me indicaba que estaba en neutro.
Ninguno de los dio absolutamente nada. Incluso antes de entrar por aquella puerta de la que antes era mi hogar –por así decirlo- me atreví a voltear donde Tom no se había movido del lugar. No pude evitar soltar varias carcajadas a causa de rostro horrorizado de Tom. Mirando los hermosos sillones de cuero manchados de lodo. Después de escuchar mis carcajadas hubiera deseado no haber volteado, pues en mi vida Tom me había visto de la forma en la que lo hizo. Su rostro furioso, apretando los dientes fuertemente con dos puños a sus costados.
Me metí de inmediato como si eso evitara más problemas. Cerré la puerta recargándome en ella como si estuviera deteniendo la puerta.
Al principio no me había dado cuenta que la casa me parecía fría y sola. Luego de parpadear dos veces me di cuenta que mis padres estaban de pie junto a la escalera acompañado de rostros serios que miraban atónitos a una Neily desgreñada.
Caminé lentamente hacia ellos hasta ver claramente el rostro perfecto de mi madre. Entonces llegaron a mí dos suposiciones que para mí ya eran bastante aceptables. Una de ellas era que mi madre había llorado mucho, puesto que tenía los ojos rojos e hinchados.
-¿Qué sucede? –me atreví a preguntar mientras el silencio se adueñaba de mí.
Mi segunda suposición fue que pudo haber una pelea entre ellos. No me hubiera sorprendido el día en que me dijeran “se canceló la boda”.
A pesar del momento largo y silencioso que había entre nosotros, ninguno se atrevió a responderme.
Una mirada triste y extrañada fue lo que me respondió todo. Mi padre fijó la mirada hacia el suelo justo donde se encontraba la sala. Yo fijé también mi mirada.
Ahí se encontraban mis maletas. Todas las que había empacado se encontraban en la sala. Fue cuando todo comenzó a tener lógica. Eso era. ¡¡Me estaban corriendo de aquí!!
-Así es como quieren las cosas –grité furiosa. No esperaba una respuesta puesto que no iban a tener el coraje alguno para decírmelo.
-No –intervino mi madre aun más furiosa- es lo que tú has escogido.
-Esperaba un mejor momento para despedirme. Nunca lo pensé de esta forma.
Mi madre cerró su boca inmediatamente. Me confundí un poco por no haber proferido palabra alguna, simplemente trataba de no llorar frente a mí. ¿Acaso me estaba perdiendo de algo?
-Señorita Neily –escuché una voz cercas de la sala. No pude creer lo que mis ojos veían. Era uno de los que cuidaban a Bill, un tipo alto, gordo y fuerte. Venía vestido de traje con unos lentes oscuros. –Bill me ha pedido que recogiera sus cosas para llevarla a su nuevo hogar.

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