Protagonistas!

Cap 9.- ¿Pero qué diablos hacía aquí?

martes, 28 de junio de 2011

Mis ojos comenzaron a pestañar sin que yo lo deseara. Intentaba mantenerlos cerrados apretándolos fuertemente mientras me aferraba a las sabanas que mantenían cubierto mi cuerpo desnudo. Pero un rayo de luz hizo lo que tanto odiaba. Despertar.
Bill aun continuaba dormido, por lo que cuidadosamente me levantaba sin hacer un movimiento brusco. Aquello me gustó demasiado. Me era difícil creer que habíamos dormido juntos después de tanto tiempo.
Sonreí de oreja a oreja.
Un pantalón –uno de mis favoritos- me lo coloqué enseguida junto con una blusa beige que disimulaba mi panza.
Bajé demasiado contenta muy lentamente, aparte de que tenía miedo de que Bill se despertara mis músculos ya no reaccionaban de la misma forma.
-Buenos días –cantó Tom demasiado alegre como para no saber que algo raro pasaba.
En la cocina se encontraban como siempre Tom, Georg y David en la mesa compartiendo un poco de pasta italiana, pero aun así pensar en comida hacía que se me revolviera el estomago.
-Sabes que es lo que más me encanta –continuó Tom dirigiéndose hacia Georg con la misma sonrisa fingiendo que yo no estaba ahí.- que utilicen el sexo como una forma de reconciliarse.
¡Con que era eso! Refunfuñé a mis adentros mientras pasaba cautelosa a su lado. Justo cuando me encontraba cerca de él, le di un codazo golpeándolo en su torso. Mis oídos escuchaban campanadas cuando escuchaba que se quejaba del dolor.
-¡Cállate Tom! –pidió David muy seriamente, aunque admito que estaba avergonzada que Tom dijera eso en frente de David.
Miré a David aun avergonzada esperando alguna reacción como enchuecarme la cara o poner los ojos como platos. Solo echó un vistazo sin poder adivinar su reacción y se dedico a mirar el periódico de esta mañana.
-¿Ustedes pudieron dormir? –Gustav, de la persona a quien menos espera que dijera eso, lo gritaba desde que había bajado para llegar a la cocina. Incluso venía tallándose los ojos mientras se quitaba las lagañas de los ojos.
-¿Por qué lo dices? –preguntó Tom divertido. Aquello me pareció de lo más estúpido. Siguiendo un juego que no parecía tener límites.
-Anoche hubo ruidos extraños –respondió Gustav. Incluso casi podía parecer inocente su respuesta.
-Lo sé –admitió Tom sin dejar de reír- fue una de las noches más largas que he tenido en este estudio…..
-Pueden callarse –interrumpió de nuevo David quien solo podía adivinar “seriedad” en su rostro y lo dudaba.
Gustav se detuvo en seco antes de llegar completamente a la comida mientras nos miraba atentos. Solo ahí supe que Gustav no tenía ni la menor idea.
-Buenos días –apareció Bill frente a mí con una gafas oscuras cubriendo sus ojos. Llegó a mí abrazándome y plantándome un beso frente a todos. Sentí mucho calor.
Miré a mí alrededor solo para admirar los rostros de nuestro publico. Unos aun con seriedad, otros riéndose y otros….¿Sorprendidos? ahh sí Gustav apenas había comprendido los ruidos extraños.
Mi día apenas había comenzado como un día maravilloso, después de tanto tiempo había esperado este gran momento. Era demasiado bello y lo mejor de todo es que no podía esperar el nacimiento de mi pequeña hija. Dentro de poco seríamos padres.
Y no es que la idea de ser padre me atemorizara a mí. Más bien estaba ansiosa por saber cómo sería, por saber acerca de esa pequeña criatura, de ser madre.
Mientras nos preparábamos para ir a casa de mi padre, no pude evitar ver a Bill todo el tiempo. En veces su mirada se perdía a través de las cosas como si deseara atravesarlas, otras veces simplemente se mostraba ido.
-No sabes cuánto te agradezco que hagas esto por mi –pase mi mano sobre la de él mientras me dejaba consumir por un escalofrió interminable.
-Te amo –me respondió dedicándome una de mis sonrisa favoritas. Yo también lo amaba demasiado.
Ni siquiera podía describir lo que esto me provocaba. No había palabras para describir las emociones encontradas en ese momento. Simplemente encantador, no, más que encantador.
Salimos un poco aprisa, ya que mi ansiedad por verlos en ese momento era necesaria. Me sentía fatal después de estar días enojados sin tener razones para no hablarnos. Me parecían más que estúpidas, pero estaba dispuesta a hacerlo todo para mejorar mi relación con ellos. No quería que algo terminara mi relación sabiendo que son las personas que mas amaba.
Sonreía de oreja a oreja sin dejar de mirar la ciudad que recorríamos a gran velocidad gracias a su auto. Estaba emocionada, y eso hacía que mirara el mundo desde una perspectiva que no creí conocer….un mundo positivo.
Cada que podía miraba a Bill estupefacta, sus ojos le brillaban como dos estrellas irremediablemente bellas. Su rostro liso y perfectamente maquillado me dejaba cada vez boca abierta. Aunque…solo por un momento sentí una mirada tan fuerte. Al principio supuse que se trataba de un fan, pero me inquieto mucho que fuera algo más que solo un fan. Quizá una cámara fotográfica. ¡Si, de seguro eso era! Pues entonces sería mejor que aprovechen de un rostro más que feliz.
Sonreí mirando lentamente por la ventanilla esperando buscar la tan famosa cámara, pero no la encontré. ¿Me había equivocado? Seguí buscando con mi mirada aquella mirando cuando entonces….mi corazón se detuvo drásticamente.
La mirada de Ani hizo que el mundo se detuviera haciendo que los segundos se convirtieran en minutos. Se encontraba parada en una esquina sonriendo de oreja a oreja sin quitarme la mirada de encima.
Mi cuerpo automáticamente se volvió para atrás tomando la mano de Bill fuertemente para atrás. Había logrado sacarme un suspiro mientras intentaba hacer latir mi corazón haciendo respiraciones.
Tuve que parpadear dos veces para poder creer lo que mis ojos estaban viendo.
-¿Qué sucede? –preguntó Bill mientras me miraba atónito por mi rostro.
Pero aunque intentara mirarlo no podía. Tenía toda la mirada puesta en ella como si temiera acercarse a mí.
-¡Bill! –grité apretando su mano fuertemente.
Fue entonces cuando pude mirarlo demasiado sorprendida, pero fueron solo segundos. Pero cuando volver a ver el rostro al que tanto había temido tanto tiempo, ahora había desaparecido.
Los clac son de los carros que esperaban detrás de nosotros se hicieron escuchar. Bill apenas puso darse cuenta de que el semáforo había cambiado a verde.
Mi abdomen comenzó a dolerme un poco, pero enseguida se fue el dolor.
-¿Qué sucede Neily? –Bill continuaba preocupado por mi y solo fue entonces cuando lo mejor fue decirle otra cosa.
-Una patada de mi bebe –mentí mientras intentaba volver en sí. Casi podía jurar que me había quedado blanca.
Mis manos se quedaron entumidas por un buen rato hasta darme cuenta que yo mantenía el brazo de Bill fuertemente apretada con mi mano. Lo solté.
-¿Te duele? –me creyó.
-Pensé que…. -¿mentirle más? Si seguirle el cuento era aun peor. Decidí cambiar de tema- mejor olvidémoslo.
Bill suspiró. Pude notarlo que estaba un poco más tranquilo, pero aun así el miedo seguía invadiéndome por completo. Era Ani, podía apostar mi vida a que era ella. ¿Pero diablos hacía aquí? ¿Buscaba alguna venganza?
Tampoco era una verdadera mentira sobre el dolor en mi abdomen. Todo parecía indicar que conforme más sustos o preocupaciones, mayor es el dolor en mi abdomen.
-Neily –me habló de una forma tranquilizante que incluso sentí que con él me sentía segura- debes de tranquilizarte, hace unos momentos te encontrabas pálida.
Sonreí forzadamente para disimular mi miedo. Escondí mis manos para que Bill no notara lo temblorosa que se encontraba y miré de nuevo por los alrededores. Sin dejar de ver en mi mente la brusca imagen de esa chica.
En estos momentos era cuando necesitaba saber de Chelsey, era la única chica que me podía decir a ciencia cierta dónde se encontraba ella, y las razones por las que estaba en tal lugar. Lo difícil no era decírselo, si no contactarla.
-Llegamos –anunció Bill aun sin dejar de ver por el rabillo del ojo- ¿Estás segura de que te encuentras bien?
-¡Y cómo no voy a estarlo si venimos a hablar con mis papás! –casi gritaba entusiasmada.
Los ojos de Bill se abrieron sorprendentemente rápidos y era ahora él quien estaba pálido.
-¡Respira! –Me apresuré a decirle- no te pongas tan mal. No creo que mis padres….perdón, mi papá sea realmente cruel.
-No lo sé –lo dudo tomándome de la mano para dirigirnos hacia la casa.
Tragué saliva antes de poder practicar lo que haría o algo por el estilo y poner en orden mis pensamientos. Eliminar por completo la imagen de Ani y enfocarme solamente en lo que le diría a mis padres.
Toqué la puerta un poco dudosa, parecía tratarse como la de un extraño.
Abrió la puerta. Era mi padre.
-¡Buenos días! –saludó Bill mostrándose completamente seguro.
Yo sonreí de oreja a oreja y corrí hacia sus brazos.
-Hola papá –saludé felizmente sin dejar de abrazar.
Justo por el hombro de mi padre, vi la figura de mi madre sentada en el sillón con las piernas cruzadas tomando una taza de café. Ella estaba aun más sorprendida.
Solté a mi padre y corrí hacia mi madre quien me abrazó de igual forma. Y era así como una larga charla nos esperaba.

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