Protagonistas!

Cap 13.- Necesidades

jueves, 11 de agosto de 2011

(He puesto dos canciones en las que me inspirarón para escribir este gran capitulo. Es de su preferencia si desean o no escuchar la musica. Yo lo recomiendo pero no es necesario. En caso de que no puedan escucharlas, puedes avisarme por chat. Gracias por su atencion y disfruten el capitulo)

-¿Puede verlo? –apuntó la doctora hacia la pantalla mirando como unas imágenes no tan definidas y claras mostraban una pequeña parte de mi bebe. Bill y yo seguíamos asombrados de que un pedazo de nosotros se mantuviera adentro de mí.
Mi bebe todo el tiempo se mantuvo del mismo modo como todos los bebes. Era hermoso e increíble. La doctora se mantuvo la mayor parte del tiempo examinando todas las posiciones y las partes de su cuerpecito para que todo estuviera a la perfección. Yo no podía quitar la mirada de mi bebe pero me era imposible no mirar a la doctora temiendo que me dijera lo peor o que algo marchara mal, pero su rostro jamás expresó una mala cara, y más le valía sino le ponía las manos encima casi ahorcándola.
La mirada de Bill fue la que más me causaba todo tipo de emociones. ¿Decepción tal vez? Pero mi favorita sobre todo era la de felicidad y la de “No puedo creerlo ¿Es nuestra hija?”
Y es que de tantas veces que había venido yo sola la mayor parte del tiempo o acompañada de Tom o alguien de los chicos, le pedí que ya fuera tiempo de que la conociera por primera vez. Estaba segura de que al principio no estuvo muy de acuerdo pero de alguna forma que yo no comprendí, accedió. Y ahora estaba más que maravillado.
-Dentro de tres semanas podemos llevar a cabo la operación –aseguró la doctora.
-¿Tres semanas? –preguntamos al mismo tiempo Bill y yo. La doctora simplemente soltó una carcajada.
-Así es -asintió con la cabeza-.
-Usted acaba de mencionar que será una operación ¿Será de cesárea? –preguntó Bill desconcierto.
-El bebe no ha tomado la forma para que sea por parto normal. Sus nalgas se encuentran muy abajo, así que intervendremos por operación.
¡¡Hay Dios!! Dolooorrr!!
No se trataba de dolor, sino que mi mente hizo que la Cesárea solo pensara en el dolor. ¿Sería eso posible?
-No hay posibilidades de que sea parto normal –renegué. Estaba en contra de eso.
-Hay un rumor –respondió la doctora enchuecando la boca y mirándome de mala gana- dicen que ponerse de cuatro patas como andar a gata ayuda al bebe –luego de eso nos echó un vistazo a ambos y soltó de nuevo una carcajeada- y no estaría mal tener relaciones.
-¿Se refiere al sexo? –pregunté intentando no sonar desesperada, pero no lo logre.
La doctor volvió a mirarnos con despreció pero no dijo nada, solo sonrió y se fue de la habitación.
Miré a Bill dramáticamente retirándome del lugar rápidamente dejándolo con los resultados del día de hoy y me encaminé hacia el auto.



Me dirigí hacia la parte de atrás del auto y me puse de cuatro patas.
-¿Hablas en serio? ¿Te irás así todo el camino? –preguntó Bill lanzándome una mirada extraña.
-Preocúpate por manejar
Bill negó con su cabeza sonriendo de oreja sin poder creerlo. Pero no me importaba, estaba dispuesta a hacer lo que sea para que mi bebe naciera por parto natural. Incluso tendría sexo está noche si eso lo hacía más fácil.
Nos dirigimos a comprar algunos muebles para lo que próximamente sería para el cuarto de mi bebe. Todo de rosa, automáticamente todo. Cunas finas extremadamente caras. Aun me costaba trabajo creer que podíamos comprar lo que sea con la tarjeta de Bill. ¡Así que porque no aprovechar! Ropa, zapatitos, juguetes, biberones, mantas, peluches, talcos, leche en polvo, pañales, toallitas etc. etc. Solo podía ver el rostro de Bill de las cosas que se gastaban pero no me importaba. Por una vez en la vida…perdón, por segunda vez en mi vida me dejé llevar por la tarjeta de Bill y eso me causaba felicidad.
-¡Mira esa carriola! ¡Qué hermosa está! –Anuncié entusiasmada- Me la llevaré –anuncié sin ni siquiera molestarme en mirar el precio.
Pude mirar de reojo como Bill ponía sus ojos en blanco pero nunca mencionó nada o algo. Su rostro nunca me pareció tan molesto, incluso lo estaba tomando muy bien. Con sus lentes oscuros bien puesto y una gorra cubría gran parte de su cabellera. Me pareció de lo más apuesto.
-Debería dejarme crecer el bigote y la barba para verme como un verdadero padre –me comentó mientras sus manos se pasaban por su barbilla fingiendo tener barba como si la estuviera tocando.- Me vería muy sexi.
-Te ves sexi de todas formas –le sonreí y solo durante dos segundos sentí como sus labios chocaron contra los míos.
Luego de eso no pude evitar sonreír.
-Su tarjeta señor –interrumpió la señorita que nos atendió extendiendo la tarjeta de Bill. Me sonrojé un poco mientras que Bill con mucha calma tomaba la tarjeta.
-Te amo –le susurré.
-Yo te amo más.
Me sentí como una chiquilla que había recibido su primer beso. Me sentí tan feliz que no dejaba de ocultarlo. Tuve que colocarme unos lentes oscuros antes de poder salir del centro comercial y ver ante nuestros propios ojos el auto lleno de cosas.
-Te comenté que te pagarían mucho dinero si te fotografiaban desnuda estando embarazada –sonrió Bill.
-Sabes que ni por un millón de dólares lo haría –le di un pequeño golpe en su hombro.
-Qué lástima que no puedas ponerte de gatas –dijo sarcásticamente mirando hacia atrás.
La parte de atrás se encontraba demasiado ocupado, lleno de cosas para nuestra bebe, que apenas cabíamos Bill y yo.
-Una revista le hizo una oferta muy tentativa a David para tener las primeras fotos del bebe.
-¿Solamente la bebe?
-No, los tres.



“Tres” suspiré para mis adentros justo cuando mi pensamiento revoloteó al escuchar esa palabra. Me encantó, no espera, me maravilló que Bill mencionara “Tres” ahora éramos una familia. Me sentí completamente en las nubes deseando jamás poder olvidar aquella sensación tan maravillosa. Incluso los movimientos bruscos en mi estomago se hicieron notar.
-¡Se movió! –Toqué instantáneamente mi vientre- Siéntelo –tomé la mano de Bill y lo coloqué justo donde la patada se hizo notar antes.
Se movió.
-¿Lo sentiste?
Se carcajeo sin dejar de reír. Estaba maravillada con este momento intentando no olvidarlo. De nuevo volví a sentir sus labios sobre los míos. Esta vez los saboreé con tranquilidad sin detenerme.
“Neily, no te aceleres” pensé para mis adentros, pero aquello me obsesionó tanto que de repente ya sentía toda la adrenalina. ¿Cómo es posible? Pero realmente eran preguntas sin importancia, ahora lo que quería realmente era que me cogiera en ese momento.
-¡Hazlo! –le pedí exhausta casi gritándoselo al oído mientras mi brazo lo tenía enrollado a su cuello- ¡Hazlo! –volví a rogarle mientras intentaba calmar lo que podía decirse “sed de sexo” era una exigencia, lo necesitaba y pronto pues mi vagina poco a poco se iba incendiando.
-Tranquila –volvió a reír despreocupado.
-Es en serio Bill –lo miré con mis manos libres ahora y con mis ojos de par en par- necesito que me lo hagas ya mismo.
Bill se preocupo. Tal vez era por la razón de que jamás le había pedido que me lo hiciera en medio de la nada y menos por un beso que quizá no había durado lo suficiente como para que Bill le sucediera lo mismo.
-¿Te duele algo?
-Mi vagina arde en llamas –le chillé demasiado desesperada. Ni yo misma entendía lo que me sucedía. Esto era en verdad una situación extraña y supuse que tal vez era una necesidad. Tal vez era una de esas necesidades como cuando estás embarazada.
Intenté calmarme mirando hacia alrededores pero ver un simple carro detrás del otro me hizo incendiarme más.
-No puedo –grité cerrando mis ojos bruscamente. Pero solo pude ver imágenes realmente provocativas….. –Ahhhh!! ¡Hagámoslo!
Me lancé hacia él besándolo realmente desesperada mientras Bill intentaba calmarme o quizá nunca lo hizo. Al final de cuentas logró detenerme y arranco el carro. Mi respiración estaba demasiado rápida logrando escapar de las dichosas imágenes que me perturbaban.
-¡Bill, necesito….! –Lloré -¿Qué sucede conmigo? –lloré aun más.
Bill puso los ojos en blanco.
-No me hagas esa cara –me enfurecí con él- odio que no me comprendas ni un poquito –lloré.
Bill suspiró sin dejar de sonreír.
-Hace cinco minutos eras una chica demasiado caliente –bromeó- ahora ¿Qué eres?
-Nadie –contesté de mala manera y me crucé de brazos deseando no cruzar ni una palabra más con él.
Estaba enfurecida que no comprendiera y que no me entendiera ni un poquito. Qué todo lo tomara como si fuera una broma. Lo más cansado de todo era tenerlo que aguantar todos los días y lo peor de todo es que no me complaciera en lo absoluto. Ya sé que a veces cambió drásticamente de humor pero……….

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